En el primer caso, una higiene oral deficiente hace que las bacterias de la cavidad
oral se acumulen y produzcan caries o enfermedad periodontal, es decir, una
inflamación de las encías y los tejidos que rodean los dientes. Las bacterias
pueden pasar al torrente sanguíneo y diseminarse a otros órganos distantes,
incluyendo el corazón, el estómago, el hígado y el sistema musculoesquelético.
Los microorganismos presentes en los focos infecciosos producen sustancias
químicas tales como prostaglandinas y prostaciclinas, que al acumularse pueden
lesionar los músculos, tendones, huesos y articulaciones, y producir dolor articular,
pérdida del tono muscular, fatiga, cansancio, y un bajo nivel de respuesta.
Por otra parte, la maloclusión debida a la ausencia, mala alineación, o mal estado
de algunas piezas dentarias, puede ocasionar problemas de equilibrio por
sobrecarga en la articulación temporomaxilar (ATM), que une el cráneo con la
mandíbula. El bruxismo, que consiste en apretar los dientes o hacerlos rechinar de
manera inconsciente, es responsable de muchos casos de dolor en los músculos
del cuello y la espalda. La falta de piezas también puede generar problemas
digestivos, ya que cuando los alimentos no son triturados en forma adecuada hay
un mayor consumo de energía, la digestión es más lenta y se producen
deficiencias nutricionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario